
El pasado 5 de marzo, el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco localizó un sitio de adiestramiento y exterminio en el Rancho Izaguirre, en el municipio de Teuchitlán. Durante la inspección, fueron hallados objetos personales de las víctimas, tales como mochilas, zapatos, cartas y documentos que evidencian el contexto de secuestro y entrenamiento criminal.
Uno de los hallazgos más reveladores fue un cuaderno con apuntes técnicos sobre el desarme de un fusil AR-15, lo que demuestra que los reclutas recibían formación armada formal. El cuaderno contenía un listado de los componentes del arma, con detalles precisos sobre su funcionamiento.
Además, entre los objetos encontrados, destaca una carta de despedida de un joven desaparecido, que más tarde se confirmó que logró escapar y regresar a su familia. El hallazgo pone de manifiesto la brutalidad del grupo criminal que operaba en el lugar, donde los jóvenes eran forzados a someterse a entrenamientos intensivos, acompañados de humillaciones y violencia extrema.
La presencia de altares a la Santa Muerte y documentos de naturaleza religiosa, como una biblia con imágenes de un menor, también sugiere que estos rituales eran parte del proceso de adoctrinamiento del grupo.
Testimonios de exreclutas y sobrevivientes han revelado que el rancho funcionaba como un centro de reclutamiento y adiestramiento forzado, donde los jóvenes eran captados a través de falsas ofertas laborales en redes sociales. Una vez en el rancho, les retiraban sus pertenencias, les asignaban apodos y comenzaban el entrenamiento inmediato bajo condiciones inhumanas.
“Si alguien cometía un error, lo mataban ahí mismo”, declaró la líder del colectivo Guerreros Buscadores, Índira Navarro, quien ha denunciado en múltiples ocasiones la violencia extrema a la que eran sometidos los reclutas en este rancho.
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